Entender tu casa inteligente (1) – Elementos de un ecosistema domótico

Containers
Imagen Container  por  Glyn Lowe Photoworks   (CC BY)

La llegada de Matter, junto con Thread, al mundo de la domótica, más que despejarme dudas, me ha hecho tener más a la hora de replantearme, o no, mi actual montaje domótico, pero para tomar las decisiones correctas, antes hay que entender qué actores principales (elementos del ecosistema domótico) intervienen en nuestra casa inteligente y qué papel juegan. ¿Te quedas conmigo?

Elementos de la comunicación

Para poder entrar en materia, y antes de hablar de los elementos de un ecosistema domótico, tenemos que entender qué es la comunicación, sea entre personas, animales o cosas, porque sí, las cosas pueden comunicarse también.

Por comunicación entendemos el proceso por el cual se produce un intercambio de información entre dos sujetos. Los elementos de la comunicación son las piezas que deben estar presentes para que exista una comunicación real y efectiva.

Veamos de qué elementos hablamos:

  • Emisor: el que comparte, envía, emite un mensaje. Ejemplo: yo mismo.
  • Receptor: el destinatario del mensaje. Ejemplo: tú mismo, amado lector.
  • Mensaje: la información que deseamos comunicar. Ejemplo: el rollo que estás leyendo ahora mismo.
  • Código: símbolos, normas y signos que, combinados, estructuran un mensaje. Ejemplo: la gramática y ortografía del castellano, lengua en la que estoy escribiendo.
  • Canal: medio por el que se transmite un mensaje. Ejemplo: este blog.
  • Contexto: entorno que rodea al emisor y al receptor. Ejemplo: la palabra «corral», siglos atrás, refería al lugar en el que se representaban obras de teatro; tú que eres del siglo XXI, ya me cuentas qué entiendes por «corral» 😉

Comunicación e IoT

Vámonos a las «domodefiniciones«. ¿Qué era IoT? Tranqui, no busques, que lo escribo yo:

Ecosistema de dispositivos electrónicos interconectados que puede recopilar y transferir datos a través de una red inalámbrica.

Analicemos la definición:

  • «dispositivos interconectados»… ¿para qué? Para comunicarse y hacer cosas juntos, por lo que habrá emisores y receptores.
  • «transferir datos»… ¡Eureka! ¡Mensajes!
  • «a través de una red inalámbrica»… ¡Mecachis!, ¡eso es un canal!

En cuanto al contexto, es el que tú estableces en tu casa y su entorno; cada casa determina un contexto diferente.

Ya, claro,… que nos falta el código… cierto, pero si hay mensajes, necesariamente habrá una código o, de lo contrario, no nos vamos a entender. Seguro que lo descubrimos un poco más abajo.

¿Y cómo funciona esa comunicación? Imaginemos que la temperatura supera los 25º y hay gente en casa. Lo que pretendemos es que se dispare el aire acondicionado. ¿Y eso cómo se hace? Un «cerebro domótico», conocedor del estado de cada dispositivo (porque existe una comunicación), al detectar que el sensor de temperatura marca 25º examina el estado del sensor de presencia, que le indica que hay gente en casa. Entonces el «cerebro domótico» dispara el actuador del aire acondicionado (le da la orden).

Elementos de un sistema domótico

Según nuestras «domodefiniciones, un sistema domótico es:

Plataforma o sistema de descubrimiento, integración, configuración, gestión, control, automatización y comunicación de un ecosistema domótico.

Esto significa que el sistema domótico es quien conoce todos tus dispositivos IoT y sus capacidades, se entiende con ellos y procesa toda la información que recaba de ellos; es el «cerebro domótico» y quien toma decisiones en base a reglas (como encender el aire acondicionado).

El sistema domótico funciona mediante la recopilación e intercambio de datos en tiempo real y requiere de 3 componentes:

  1. Dispositivo hardware: lo que en inglés denominan el “batre metal” y que proporciona la capacidad de computación y almacenamiento. Es donde famós a executar la aplicación IoT. Hay, principalmente, 2 tipos de estos dispositivos:
    1. Teléfonos / tabletas
    2. Hubs
  2. Aplicación de IoT: el «cerebro domótico» o centro neural de tu casa inteligente. No es más que una aplicación que conecta los dispositivos entre sí, con un conjunto de servicios que integra los datos recibidos desde dichos dispositivos, los analiza y toma decisiones. Estas decisiones se comunican a los dispositivos que deban tomar acción, dándoles una orden que éstos ejecutan. Es quien nos va a proporcionar la interfaz gráfica de usuario. La mayoría de los dispositivos finales se pueden controlar con su propia aplicación y, si necesitan un hub, suelen venir con uno, por tanto, hay 2 tipos de aplicaciones:
    1. Independientes de un hub: normalmente ligadas al fabricante de los dispositivos finales, se instalan en tu teléfono o tableta, ejercen de hub sin que físicamente debas tener uno. Por ejemplo, si compras dispositivos Koogeek, tienes su aplicación para gestionarlos. También tienes aplicaciones «generalistas» como Alexa o Google Home, que requieren que el dispositivo final sea compatible con ella.
    2. Integradas en el hub: el hub quien unifica en un solo punto todos los dispositivos finales y los controla desde allí («cerebro domótico» mediante). Aquí tenemos 2 nuevas categorías:
      1. Hub multiuso independiente: puedes controlarlo «todo» con una sola aplicación. Por ejemplo, un PC ejecutando Home Assistant.
      2. Hub de fabricante: el que te proporciona el fabricante de los dispositivos finales; a veces está limitado a controlar los dispositivos de ese fabricante (lo que en argot informático se denomina «vendor lock-in»). Por ejemplo, el hub de Aqara.
  3. Interfaz gráfica de usuario: capa de usuario final que te permite interactuar con la aplicación IoT (consultar el estado de todos tus dispositivos, darles órdenes, establecer las reglas bajo las que el «cerebro domótico» va a tomar las decisiones, etc).

Bien. Tenemos dispositivos a tutiplén (termómetros, interruptores, enchufes, corredores de cortinas, detectores de movimiento, cámaras..) que se comunican entre ellos, tenemos al súper cerebro que los controla, tenemos una interfaz para humanos divina de la muerte, … pero ¿cómo se entienden entre ellos? ¿En qué medida esa comunicación va a ser un factor limitante en mi toma de decisiones sobre qué dispositivos adquirir y, por tanto, qué capacidades va a tener mi ecosistema domótico?

Para que todo este mejunje de cosas pueda comunicarse tenemos protocolos (lo que hemos denominado «código»), y ahí es donde entran Matter, Thread, Zigbee, etc.

Para controlar «el cotarro» tenemos «cerebros domóticos», que conocen uno o varios protocolos, y ahí es donde entran HomeKit, Alexa, etc.

Pues si lo visto de los elementos de un ecosistema domótico te parece poco, tenemos todo un berenjenal de otras palabrotas que me hacen estallar la cabeza, o al menos me la ponen a temperatura de ebullición 🤯, así que «estate al loro», que en próximas entradas en el blog empezaremos a tomar curvas… y a tocar rodilla 😉

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