Seguro que en alguna ocasión te has visto en la necesidad de compartir archivos con alguien: las fotos de las Navidades con la familia, los capítulos de una serie, un currículum, un documento en el que estás trabajando, tu DNI, etc
Veamos qué juego da el NAS como centro para compartir archivos, ya que con él dispongo de un mecanismo inmediato, al alcance de cualquier dispositivo, para poner en las manos de otros cualquier archivo.
El “antes”
Seguro que lo que te comento hoy aquí queda ya trasnochado, porque hace mucho que dejé de hacer las cosas como ahora te las explico.
Enviar un currículum lo hacía por correo, adjuntándolo, de manera que si decidía hacer alguna modificación, y no habían abierto ya mi correo y descargado el currículum, debía reenviarlo, advirtiendo que el correo anterior debía descartarse. Lo mismo ocurría al compartir documentos con compañeros del trabajo.
Los archivos multimedia (como fotos), ISOs de sistema operativo o drivers acababan, en un disco o en una memoria USB, por su tamaño. Esa memoria USB o disco había que entregarla en mano.
Sí, llegaron los Dropbox y similares, y podías tener allí tus archivos y compartirlos con un enlace, si es que tenías espacio suficiente para almacenar lo que necesitabas compartir; de no ser así, a pasar por caja para tener una cuenta con almacenamiento suficiente.
El “después”
Debemos distinguir con quienes compartimos algo de forma casual o con quienes compartimos un montón de cosas de forma habitual.
Hago esta distinción porque con un NAS podemos compartir con 2 mecanismos, que encajan con esa casualidad o cotidianidad: la creación de enlaces de descarga y las cuentas de usuario.
Compartir mediante vínculos o enlaces de descarga
Con un vínculo, puedes compartir archivos con otras personas. Este vínculo es personalizable para poder compartir un mismo archivo bajo distintas «normas»:
- requerimiento de contraseña.
- número máximo de veces que se puede acceder a lo que compartimos.
- período de validez del enlace.
El destinatario, al igual que con otras plataformas como Dropbox, al recibir el enlace, simplemente debe pinchar sobre él (y, en caso necesario, dar la contraseña).
El enlace puede dar acceso a un solo archivo o a una carpeta que contenga otras carpetas y/o archivos.
Los enlaces pueden tener forma, si lo deseas, de códigos QR (que al final es lo mismo que un enlace con todas sus letras).
Para rizar el rizo, incluso puedes definir cómo quieres que sea la página de descarga para ese enlace.
Con este mecanismo suelo compartir algún documento técnico con compañeros de trabajo, fotos, si hemos entablado cierta amistad con otras personas con las que hayamos coincidido, documentación necesaria para la adquisición de algún bien, etc.
Es un medio más seguro y sencillo de usar que el correo, por ejemplo.
Compartir mediante usuario registrado
Si estamos hablando de familia, amigos o cualquier grupo de personas con quienes compartas habitualmente cosas, la forma más apropiada de hacerlo es creándoles un usuario en tu NAS.
De esta forma, no solo podrás tener carpetas compartidas con diferentes grupos (familia, trabajo, los colegas con los que sales en moto, etc), sino que podrán disfrutar de otros servicios del NAS, como visualizar álbumes de fotos, ver vídeos o películas, escuchar música, trabajar en tiempo real sobre un documento, tener mensajería instantánea, compartir documentos que podrían ser necesarios para terceras personas, etc.
Como ves, ser usuario va mucho más allá del simple hecho de compartir archivos. Es, para mí, lo que hace explotar al máximo las capacidades de un NAS.
Espero que pueda haber suscitado tu interés disponer de un NAS como mecanismo para compartir archivos con otras personas ¡Nos leemos en el siguiente episodio!