Tras muchos años de profesión en la disciplina de la Arquitectura Empresarial o Enterprise Architecture (EA), y confesándome “ferviente creyente y seguidor de esta religión”, me sorprende constatar lo desconocida de la misma y lo poco o nada arraigada que se encuentra en la cultura de las Tecnologías de la Información (IT) y de la empresa.
El concepto de EA tiene su origen en el año 1987 en el artículo «Un marco para la arquitectura de sistemas de información.» de J. Zachman en el Diario IBM Systems. En él Zachman establece el reto consistente en administrar la complejidad subyacente de los sistemas de información atendiendo a que, cada vez más, estos sistemas se convierten en críticos para el funcionamiento de las empresas, que establecen una relación de dependencia absoluta con ellos y a unos elevados costos. La repercusión de esta visión de Zachman derivó en que en 1994 se publicase el Technical Architecture Framework for Information Management –TAFIM- del U.S. Department of Defense.
Las empresas requieren alterar los sistemas de información en los que se apoyan en función de los cambios que surgen en su entorno (factores externos) o dentro de la propia empresa (factores internos). Así pues, conocer la brecha que existe entre el estado actual de los procesos del negocio y la tecnología que los soporta con respecto al estado requerido o deseado por la dirección, y contar con un mecanismo que nos permita responder de forma oportuna y coordinada a esos cambios, debería de ser un elemento base de la actividad de un departamento de IT, siendo el primer interesado en ello la propia empresa, no el departamento de IT, pues la EA es una herramienta de empresa.
Existen múltiples y variopintas definiciones de la EA, pero yo me quedo con la siguiente:
es la organización de un sistema basado en sus componentes, las relaciones entre ellos y su entorno así como los principios de gobierno de su diseño y evoluciónISO/IEC 42010: 2007; ANSI/IEEE 1471-2000
Una visión de esa definición un tanto más próxima a negocio y, por tanto, más comercial, por decirlo de alguna manera, sería:
el proceso de trasladar una visión y estrategia de negocio en un cambio empresarial efectivo, comunicando las capacidades actuales mejorando los principios y modelos que describen el estado futuro de la empresa y que habiltan su evoluciónGARTNER
Así pues, la misión de la EA sería asegurar que las estrategias de Negocio y necesidades de la Compañía son expresadas por los sistemas que dan soporte a los procesos de Negocio, alineando las inversiones en IT con dicha estrategia. Para ello, debe manejar información de distinta índole (aplicaciones, información, infraestructuras tecnológicas, procesos de negocio, estructuras organizativas, etc) que debe ser relacionada con la estrategia de negocio, estableciendo escenarios que materialicen dicha estrategia. Gracias a la organización y descripción de todos estos distintos componentes podemos identificar el vacío que existe entre el estado actual y el deseado (aquel que materializa la estrategia de negocio), diseñar cómo debe de ser ese estadio futuro y determinar la hoja de ruta para alcanzarlo. La EA es pues un instrumento para orientar el mejor uso y reutilización de los activos y procesos existentes de una organización, guiando la inversión en las TIC, alineándola con las estrategia de negocio.
Tiraremos de la prestigiosa GARTNER para entender mejor la utilidad de la función de la EA en el entorno empresarial; en su informe «Act Now to Gauge and Bolster Enterprise Architecture Viability During the Downturn» declara
The global business environment is entering an era when eliminating inefficiencies and making the most of existing resources are becoming increasingly paramount. The EA function is uniquely positioned to help in that regard, because it looks across «silos» to identify opportunities for optimization and reuse. This view can help enterprise leaders better understand how to develop or deploy systems and resources in the most expeditious, sound and cost-effective manner
Y ahí está el quid de la cuestión, en administrar, en dar dirección tecnológica de forma completa (lo que los angloparlantes denominan ‘comprehensive’), con una visión de 360º, alineada con la estrategia de la empresa, maximizando el valor que se aporta desde IT hacia el negocio, y dicha dirección tecnológica sólo se puede hacer de una de estas 2 maneras:
- A las bravas, a golpe de timón, sin saber dónde estamos ni adónde nos dirigimos, muchas veces con distintos capitanes, cada cual en su reino de taifas, tomando sus propias decisiones según su propio sesgo.
- Con criterio y coherencia, y de forma ‘comprehensive’, en base a información permanentemente actualizada y atendiendo a lo que precisa la organización como un todo.
Así pues, si crees que las inversiones en IT realizadas deben exprimirse al máximo, si piensas que las inversiones de futuro deben estar plenamente justificadas y que deben garantizar un retorno de inversión, si apuestas por una toma de decisiones eficiente fundamentada en información consistente, en el análisis y no en el vaticinio, pon un ‘Enterprise Architect’ en tu empresa.